Llegar Hanoi ha sido toda una sorpresa. Aquí, la vida fluye
lentamente...
Como el río Rojo que la atraviesa.
El tráfico, con miles de motos y bicicletas... Toda va a un
ritmo lento, pausado, sin prisas, sin malas caras...
Estamos en Oriente y se nota, en las caras, en las sonrisas,
en las gentes, que dejan que la vida fluya.
Desde Hanoi hemos viajado a la bahía de Halong, uno de los
lugares más bellos del mundo.
El sitio donde los dioses, llegados del cielo se hicieron
roca, para disfrutar de tanta belleza. Y es tan hermoso el
sitio; que mires donde mires, te asombras.
A pesar que este país ha caído ya en las garras del
consumismo sigue sin perder su esencia.
Esa paz del mundo de Oriente, las sonrisas perfectas y esa
manera especial de ver la vida que tiene por este lado del
mundo.
Seguiremos disfrutando de ello y ya os contaremos.
Feliz semana y a surfear las olas de la vida, como dice el
invitado de esta semana.
Miguel Blanco...
Desde Vietnam
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