viernes, 23 de agosto de 2013

Todos somos iguales

      Terminó nuestro viaje por Asia y regresamos llenos de recuerdos: imágenes de paisajes únicos, semblantes, ciudades llenas de un tráfico caótico y arrozales infinitos.
En estos días, hemos visto como fluía la vida por Vietnam. Un país que pronto olvidó esa guerra con norteamérica. (Todos la hemos visto en el cine).
Y, dejándola atrás, se lanzó en la carrera del progreso.
He visto demasiado ruido y tráfico en sus calles, miles de motocicletas que te amenazan por todos lados y, por eso, escapamos de allí hacia Camboya. Un país más sereno, más lleno de vida.
Los templos de Angkor Wat nos dejaron maravillados.
Casi mil templos enterrados en la jungla.
Cada uno diferente y cada cual más hermoso.
Nos quedamos con ese recuerdo y con el de la escuela Tuol Sleng... el mudo testigo del genocidio del Jemer rojo.
Cuanto sufrimiento hubo allí.
Todavía se puede ver sus huellas en los cuerpos mutilados por las minas.
Aún quedan millones en los campos camboyanos.
¿Cuánto terror hemos de vivir aún en este planeta nuestro?
Dejaremos que los rostros hermosos de sus habitantes queden en nuestra memoria y en nuestra alma y, como ellos, olvidaremos el horror de las guerras para sentir que otro mundo es posible.
Al final descubrimos que todos, independientemente de nuestra raza, color o país somos iguales: padres que aman a sus hijos, cuidan de ellos llenándoles de ternura y amor. Los vimos en las casas flotantes, en el pueblo que no puede pisar la tierra, en medio de un lago infinito.
Y ellos fueron los que marcaron nuestro ultimo recuerdo... navegamos en sus barcas por ese lago, bajo el sol... y la sensación que nos quedó fue de paz...
La paz que siempre ha existido en Oriente.
Que nada, ni nadie, termine con ella como están haciendo en otros lugares del mundo, como Egipto y Siria, o como en muchos países sin nombre de África.

Ya estamos en nuestro mundo. A punto de retomar las actividades diarias.
Intentaremos que sean una ventana abierta al infinito.
Un espacio en blanco para llenar de sentimientos, de sensaciones placenteras.
Mientras, disfrutad del verano.
Pasa como un suspiro...

Feliz semana.
Miguel Blanco.


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